domingo, 5 de enero de 2014

Capítulo 1


Paula Chaves suspiró de satisfacción. Estaba tendida boca arriba en el césped que descendía con suavidad hacia el borde del lago Garda. Era finales de agosto, el sol brillaba y la vida era fantástica. Se puso boca abajo, y miró en dirección a la casa, una gloriosa y antigua estructura de piedra situada a unos cincuenta metros del agua. Una terraza se extendía por todo su ancho, y en un extremo había unos matorrales cuyas hojas estaban moviéndose, a pesar de que no había viento. ¡Qué extraño!
Entonces lo vio. Entrecerró los ojos azules. Era la figura de un hombre oculta a medias por los matorrales; tema una mano en la balaustrada y estaba inclinado, tratando de mirar por una ventana. En su otra mano llevaba una barra de hierro. A Paula el corazón le dio un vuelco. Parecía un tipo peligroso.
Los músculos de su cuerpo se llenaron de tensión. Lo vio erguirse, de espaldas a ella. Llevaba puesto un chaleco blanco y unas bermudas caqui manchadas de aceite. Era alto, más de un metro ochenta, de hombros anchos y caderas estrechas, y tenía piernas largas que eran puro músculo y fibra al moverse.
Un hombre que se movía con actitud furtiva hacia los escalones de la terraza y la entrada de los ventanales de atrás.
«Mantén la calma», se dijo, «puedes manejar esto». Tres meses atrás, al encontrarse con una antigua amiga del colegio, Zaira Nara, en Bomemouth, que le ofre­ció un trabajo como niñera de su hijo con la familia en Italia durante diez semanas, Paula había saltado de alegría ante la oportunidad de pasar el verano bajo el sol, antes de asumir su puesto de investigadora química en un laboratorio del Estado en Dorset en octubre.
En su momento le había parecido una gran idea, pero en ese instante, enfrentada a lo que parecía un intruso muy siniestro, ya no estaba tan segura.
Estaba sola. La familia se encontraba en Roma, y Rosa, el ama de llaves, había aprovechado la oportunidad para ir a visitar a unos amigos, después de advertirle a Paula de que cerrara bien la casa por la noche, ya que habían tenido lugar una serie de robos en la zona.
Paula contuvo el impulso de levantarse y salir corriendo y permaneció en silencio contemplando la figura del hombre llegar hasta el primer escalón. La barra de hierro que llevaba en la mano lo decía todo. Era evidente que tenía intención de irrumpir en la casa.
Se dijo que las situaciones desesperadas requerían medidas desesperadas, y en el colegio y en la universi­dad había sido una buena gimnasta, aparte de ser dos años seguidos campeona de kickboxing. Mientras la atención del intruso se hallaba centrada en los ventana­les de la casa, mentalmente ella se preparó para el com­bate. Despacio y en silencio se puso de pie, mientras la adrenalina bombeaba por sus venas.
Entonces, con un alarido que ponía los pelos de punta, giró en el aire como un remolino y con unas pa­tadas precisas el ladrón quedó tumbado de espaldas y Paula tuvo la barra de hierro en la mano y un pie en el cuello del hombre.
Pedro Alonfos se había dado la vuelta sorpren­dido por el ruido, luego había tenido la imagen fugaz de un pelo rubio platino y de una forma muy femenina que volaba hacia él, momento en que el aire abandonó sus pulmones.
No podía creérselo... Una joven lo había tumbado literalmente. Nunca en sus treinta y un años una mujer le había hecho eso a él. A punto de moverse, con­templó la larga y bonita pierna y se quedó quieto. La testosterona dominó al sentido común.
«Dio, si es preciosa». Sus ojos oscuros la recorrie­ron en un escrutinio lento e intenso. Desde la cabeza, cuyo pelo rubio tenía recogido en una coleta, pasando por la perfecta simetría de las facciones, los ojos salva­jes, la boca sensual que suplicaba ser besada, hasta los pechos altos y firmes que tensaban la camisa de algo­dón que se había atado bajo esos lujuriosos montes. Una extensión de piel pálida y suave revelaba su dimi­nuta cintura y el hoyuelo de su ombligo, que los pantaloncitos ridículamente cortos no podían esconder.
Por primera vez en años, Pedro se quedó anonadado; sintió que se ponía duro al instante, algo que hacía años que tampoco le sucedía. Pero esa mujer era de una belleza deslumbrante, vibrante de vida, y la imagen de verla volar por el aire con tanta gracia era lo más espectacular que había presenciado en mucho tiempo. No tenía idea de lo que hacía en la casa de Gonzalo Nara, pero podría llegar a ser muy divertido averi­guarlo. Hacía tres años que no disfrutaba de unas vaca­ciones y últimamente en su vida había faltado una diversión sana. Con una llamada a su oficina podría sa­car algunos días libres. Nueva York podía esperar. Con arrogancia inconsciente, decidió que iba a perseguir a esa mujer.
Estaría mejor si no tuviera el pie en su cuello, pero no tenía prisa por levantarse. La vista era espectacular. Se hallaba de pie con los pies separados, con una pier­na inclinada a la altura de la rodilla para mantener el pie sobre su cuello y el otro junto a su hombro. Los pantaloncitos no cubrían todo lo que deberían, y realizó el fascinante descubrimiento de que era una rubia natu­ral; sonrió al preguntarse si ella sabía todo lo que reve­laba.
Paula alzó la barra metálica en la mano y al fin pudo echarle un buen vistazo al ladrón. Un tupido pelo negro caía en suaves ondulaciones sobre una frente an­cha, y unas cejas negras perfectamente enarcadas en­marcaban unos ojos profundos y castaños. Solo una li­gera desviación en lo que otrora debió de ser una nariz recta le impedía exhibir una belleza clásica. «Es un hombre perversamente atractivo», pensó cuando él sonrió con gesto lento y sexy y mostró unos dientes brillantes y blancos.
Paula estuvo a punto de gemir en voz alta. Sé pre­guntó por qué el hombre más atractivo que había visto en su vida tenía que ser un ladrón.
—Amigo, sé que has venido a cometer un atraco.
— ¡Qué! —exclamó Pedro. Ya era bastante hu­millante que lo hubiera sorprendido y derribado, pero que lo acusara de ser un ladrón era excesivo para un hombre de su orgullo y arrogancia. En ese instante juró que la haría pagar por el insulto.

Hola, acá el primer capitulo de esta nueva historia, espero que les guste:) @AdaptadasPyP

2 comentarios:

  1. hola, que linda nove, me podes pasar cuando subas ? por favor , gracias soy @aliciajustaacos

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  2. Hola, muchas gracias! Siisis, obvio! Gracias por leer;)

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